Después de que haya pasado una semana, es hora de analizar la Final Four de Barcelona. En primer lugar, y principalmente, hay que hacerlo con el Real Madrid. Las apuestas daban a los blancos como terceros favoritos y, visto lo visto, no iban desencaminadas.
Sobre el papel se presentaba la semifinal contra Maccabi bastante igualada, y lo fue, en cuanto a números se refiere, hasta el final del tercer cuarto. A partir de ahí: paseo militar para los macabeos al que sólo le faltó una banda de cornetas y clarines. En cuanto a sensaciones, los israelitas dominaron el partido a su antojo.
El Real Madrid volvió a adolecer de todo lo echado en falta a lo largo del año (por no extendernos más en el tiempo, porque hacerlo, podríamos).
Carencias ofensivas: A excepción de Tomic (17 ptos., 6 rebotes, 19 de valoración), que parece haber dado un paso al frente, Reyes (15 ptos., 14 rebotes, 25 valoración) –aunque su segunda parte fue floja– y Prigioni en menor medida (9 ptos., 9 de valoración), el ataque blanco fue desastroso (13/41 en tiros de 2 y 7/23 en tiros de 3). No es la primera vez este año: recordemos Chaleroi, Málaga, etc. Tucker se llevó la palma al respecto (0/5 de dos y 1/3 en triples, con su único acierto en el último lanzamiento del partido, –3 de valoración). Algo, que por otra parte, ha sido tónica durante la temporada, así que tampoco se sorprenda nadie. Pero a dos pesos pesados de este año como Llull y Suárez, la importancia del partido les superó. El menorquín hizo 3/7 de dos y 1/5 en triples, 9 ptos., 3 pérdidas, 2 de valoración; el madrileño 2/5 en triples, ¡ningún lanzamiento de dos!, ¡2 rebotes!, 9 de valoración. El primero se mostró alocado, sin lectura del juego, impaciente; el segundo, desaparecido. Fueron sombras de sí mismos. Lo mismo le pasó a Mirotic, al que le temblaban las piernas (0/2 y 0/3, –4 de valoración). Al montenegrino quizá se le puede achacar su juventud, pero Kukoc y Radja eran, con 20 años, los pilares de la Jugoplastika que ganó tres veces consecutivas la Copa de Europa. ¡Y qué decir de Drazen Petrovic! La falta de experiencia no me vale como excusa para el que se supone va a ser el jugador referencia en España en los próximos años. El carácter se tiene o no, y a Mirotic le veo con falta de ello. Que aproveche lo que le queda de Prigioni en el club porque como espere mejorar con Rodríguez, lo lleva claro.
La falta de un segundo base: Prigioni ha dado un rendimiento excelente, pero no hay que olvidar su edad y que hay que dosificarle. Contra Maccabi, Prigioni se fue al banco con dos personales a los cuatro minutos (3-6 para los blancos). Desde ese momento, con Sergio en pista, los macabeos tomaron el mando. Cuando regresó el argentino el resultado era 14-12 para Maccabi. El partido se igualó en el marcador, siempre con ventajas cortas para los israelitas pero sin que éstos pudieran poner tierra de por medio. Así se alcanzó el descanso (+3 para Maccabi) y así se continuó tras la reanudación. Hasta que se llegó al minuto 28 y se volvió a sentar el argentino con 4 arriba para los israelíes y dos tiros libres a favor de éstos. Cinco minutos después, a falta de 7 minutos para acabar el choque, Prigioni regresó con 14 abajo. El pescado estaba vendido. ¿Coincidencia de que cuando el argentino no estuviese en cancha el equipo se colapsase? Para nada. Quien sepa interpretar, que lo haga. ¿Achaco a Sergio la culpa de la derrota? Tampoco, simplemente destaco un hecho que hay que sumar a lo demás; pero un hecho importante, al fin y al cabo, ya que la dirección de un equipo depende en mayor medida de su base. Maccabi no tuvo ese problema, ya que Eidson fue el director del juego sin serlo y Pargo no es que estuviese plenamente acertado aunque terminase con 13 ptos. y 7 asistencias. Por cierto, ¿cuándo fue el momento en que Pargo entró en juego? ¿Quién le defendía? En definitiva, con Sergio el equipo no carbura y menos cuando va por debajo. No es la primera vez este año –recordad las broncas de Messina–. ¿Cuántos partidos pueden destacarse del canario esta temporada? ¿El de Olimpyakos en casa y el de Zaragoza, por ser generosos? Con Prigioni lesionado, Molin ha tirado de Llull y Tucker como bases en muchos momentos. Por algo lo habrá hecho. El fichaje de Sergio ha sido mediático y no ha cumplido las expectativas para aquéllos que las tenían, que no era mi caso. Rodríguez ha sido un globo periodístico desde que estaba en el Ramiro; se fue a la NBA inmaduro y ha vuelto igual, o peor, porque ha perdido el tiempo y no ha mejorado en ningún aspecto (bueno, de vez en cuando mete algún tiro que otro). ¿Hasta cuándo se le consentirá su falta de aportación? Está claro que no causará baja para la temporada que viene, pero el Madrid necesita un base como agua de mayo y no debería desprenderse de Prigioni. ¿Habrá tres en la plantilla, más Llull, o se le dará la baja al argentino?
La rotación limitada: Veljkovic, Begic y Vidal no jugaron ni un segundo en la semifinal. ¿Tan malos son o están tan mal para no poder disponer ni de un solo segundo? Lo de la desaparición del serbio es preocupante, lo del fichaje del esloveno es censurable, porque para qué se la ha fichado si no juega, y lo de Vidal desde que llegó al Madrid es incomprensible.
Molin se mostró como lo que ha sido hasta hace poco: el segundo de alguien: No supo cambiar el sino del partido. Le faltó chispa y fue a contracorriente. Con este estilo se ha manejado desde que cogió las riendas del equipo, jugando al límite con todos los rivales y llegando con resultados ajustados a los finales de los partidos. Con eso no le dio para derrotar a Maccabi. Tschorchanitis pareció el mejor Shaquille O´Neal ante el blando Tomic y el despistado e inofensivo (por su aportación en el ataque) Fischer, y Pargo despuntó en la segunda mitad contra la defensa de Sergio y Llull. Pero el que decantó su duelo en mayor medida, y resultó determinante al final, fue Eidson, que puso en evidencia la carencia del Madrid en la posición de tres alto. El año pasado, Mickeal fue la clave en los choques contra el Barça, y Savanovic, del Power Electronics, destacó en el cruce de cuartos haciendo mucho daño a sus pares. Ante Eidson, Suárez se mostró demasiado lento, Tucker demasiado bajo y Veljkovic ni siquiera tuvo oportunidad de salir escaldado.
De todos modos, a Molin no hay que reprocharle nada. Gracias al italiano se llegó a Barcelona. Pero lo que te deja peor sabor de boca es que si lo comparamos con Obradovic, Molin parece un papanatas que pretende ser entrenador. El serbio supo en la final cómo parar a Baby Shaq y a Pargo con una defensa de ayudas magnífica. Aparte de contar con sus dos pilares (Diamantidis y Batiste) en condiciones óptimas y explotar a un jugador en racha (Sato), empleó jugadores que en semifinales estuvieron inéditos (Maric) y a otros los dotó con un rol importante (Nicholas) con el que a priori no partían para el juego. Esto es saber leer un partido. Y por eso Obradovic tiene ocho Copas de Europa.
¿Futuro?: El Madrid tiene que valorar lo que ha conseguido. El llegar a la cita de la Ciudad Condal hay que considerarlo como un éxito. Otra cosa es la imagen dada en la competición de a cuatro, que podría haber sido mucho mejor. ¿Incluso ganar? ¿Quién sabe? A lo mejor soy demasiado exigente y crédulo.
Los pilares de la construcción de un proyecto están ahí, ahora hay que darle unos retoques a la fachada del mismo. Es evidente que faltan un tres y un base. Se habla de Carroll, pero ¿es la solución? ¿Va a poder lanzar la cantidad de tiros que lanza con Gran Canaria en el Madrid? Tucker y Oleson venían con el mismo rol y mira cómo han terminado. Además, Carroll no es un tres y no va a poder parar a gente más pesada que él, que en Euroliga la hay a mansalva.
Presupuestos: Y la pregunta que se formulan los madridistas todos los años es ¿va el Madrid a apostar por el básket? Está claro que en el baloncesto, una plantilla potente te hace lograr objetivos, y eso se consigue a golpe de talonario. Panathinaikos es el ejemplo claro. Y la estadística lo avala: siempre llegan los mismos equipos a la ronda final (los griegos, el Barça, Caja Laboral, CSKA, Maccabi, Siena), porque son los que más invierten en confeccionar sus plantillas. Florentino lo tiene en su mano. Lo de acertar en los fichajes sería otro cantar, pero no nos lancemos de momento.