Las elecciones municipales y autonómicas del 22-M han supuesto un triunfo aplastante del PP y un hundimiento a las profundidades socialista (10 puntos de diferencia les han distanciado). Los grandes feudos socialistas han cambiado de mano tras décadas de gobierno. IU sube, UPyD aparece, Bildu se convierte en la segunda fuerza política de Euskadi y vence en Navarra, el Foro para Asturias de Álvarez-Cascos gana en el principado arrancándole gran número de votos al PP y el carismático Revilla no revalida con su PRC a pesar de mantener sus resultados. A destacar el millón doscientos mil de votos nulos y en blanco, que supondría convertirse en la cuarta fuerza política. El factor 15-M ha jugado su baza.
La lectura, por esperada, no deja de estar clara: la gente está harta de ZP y, por extensión, del PSOE. Las medidas adoptadas para superar la crisis no han convencido a nadie, y menos a la gente de izquierdas. ¿Cómo se entiende que un gobierno socialista adopte fórmulas de derechas? Por su parte, el PP calla. El juego sucio, exigido desde Europa, lo han hecho otros, y ellos abogan por la demagogia del discurso de bajar impuestos. ¿Cree alguien que lo harán cuando estén al mando? Además, tienen excusa: lo hicieron los anteriores gobernantes.
Ahora se abre el debate de si se han de convocar elecciones anticipadas. Algunas voces del PP lo reclaman con vehemencia (Rajoy mantiene el silencio acostumbrado, ya que pedir el adelanto supondría presentar un programa de gobierno que no tiene) y ZP asegura que no lo va a hacer; además está el asunto de su sucesión en el aire: muchos socialistas reclaman un congreso en vez de primarias. El año que le queda va a ser durísimo, por todos los flancos. Aunque no convoque elecciones, debería dimitir. Y que el PP aproveche lo menos posible este clima de dudas para hacer daño al país, que no lo necesita precisamente.
Para la izquierda ideológica, estos resultados nefastos (para el PSOE, que no para IU) pueden servir de piedra de toque para efectuar un cambio total en el socialismo de este país y replantearse su futuro: redireccionarse hacia la izquierda o convertirse en un partido de centro izquierda definitivamente.
Hay otros puntos interesantes de análisis tras los resultados: los casos de corrupción no hacen mella en el PP (ver los datos de Valencia y Madrid); la victoria de Bildu da una bofetada en pleno rostro a los que pedían su ilegalización y legitiman su presencia en las urnas. Y, principalmente, el movimiento del 15-M Democracia Real Ya. Ha tenido su impacto, mediático sobremanera, electoral también, y quienes lo criticaban, con la boca pequeña eso sí -porque tampoco han faltado oportunistas que se han subido al carro de las reivindicaciones pese a las acusaciones de que detrás del movimiento está una conjura judeo-masónica-estalinista orquestada por Rubalcaba, o incluso ETA (podéis reíros al respecto gracias a César Vidal)-, son los que han salido beneficiados. Me temo que el movimiento quedará en mera anécdota, más aún si continúan las movilizaciones, porque tenderá a desvirtuarse.
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