Hay monas que por mucho que se vistan de seda siempre serán monas, y políticos de derechas que, por mucho que se tachen de defensores de los trabajadores/as en plan revolucionario, son en realidad los personajes más liberales del mundo (veánse las últimas intervenciones de De Cospedal, a la que sólo le falta llevar el pañuelo palestino anudado al cuello y levantar el puño izquierdo para saludar). Sin embargo hay cosas inmutables por mucho que se cambien las etiquetas. El Baskonia siempre será el Baskonia, llámese Tau (como nos ha tenido acostumbrados durante tanto tiempo y por lo que seguimos, en ocasiones, llamándolo así) o Caja Laboral. Es un equipo que juega bien, que se arma todos los años con buenos jugadores aunque pierda en el anterior a otros tantos (dinero tiene para hacerlo), que compite y pelea (que se lo digan al Barça, con el dos más uno de San Emeterio a falta de cinco décimas), y que su favoritismo se lo gana a lo largo de la temporada. Como madridista siento envidia sana, para qué negarlo. Aunque hay que reconocer que ese favoritismo se ve también beneficiado en las decisiones arbitrales. Messina estará de acuerdo conmigo en esto acerca de la permisividad ante la defensa de Splitter y el proteccionismo en su ataque; supongo que la opinión de Pascual no irá tampoco muy desencaminada visto lo visto en la final; al Barça le han respondido con su mejor arma: una defensa al límite que convive con la permisividad arbitral. En definitiva, felicidades baskonistas por creer en el baloncesto.
LA GATA DE TRES COLORES
Hace 3 meses
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