Semifinal del Europeo: España-Macedonia. A priori, partido que no debería suponer complicaciones para la selección. Pero ahí está la magia de este deporte, y los macedonios son más duros y correosos de lo esperado. Han llegado a semifinales y eso no es por casualidad. "Esos locos bajitos...", como cantaba Serrat, han demostrado al jugar contra España que un equipo bien ajustado y sabiendo hacer las cosas puede a lo mejor no ganar, pero sí poner en dificultades al más pintado. Además, si ese equipo cuenta con un jugadorazo como McCalebb, todo es posible.
Los irreductibles macedonios se aplicaron al máximo y metieron en aprietos a los ÑBA, remontaron diez puntos en el segundo cuarto y se fueron incluso ganando al descanso (44-45). Y no lo hicieron de cualquier manera: los pupilos de Marin Dokuzovski mantuvieron el elevado ritmo anotador del contrario. A España nadie le había metido tantos puntos.
Cosa curiosa, el rebote fue español 46-29 (grandes los dos hermanos, 17 Pau y 10 Marc).
Con la mosca detrás de la oreja, en el tercer cuarto llegó el apoteosis de Navarro. 19 puntos (35 al final). Estaba caliente y todos le buscaron ya que Pau no tuvo su tarde en ataque (8-19 y 0-1). El colofón fue una bomba de tres a un segundo para el final de la posesión. Pura esencia Navarro.
El martillo pilón español doblegó definitivamente a los "locos bajitos" sudando sangre. Es muy complicado mantener su ritmo; me recuerda a los primeros Dream Team, a los que los equipos les aguantaban hasta cierto momento, pero terminaban por ceder por falta de banquillo. Ayer fue el ejemplo: Macedonia hizo el mejor partido del campeonato, por encima del que les enfrentó a Lituania, y terminó hincando la rodilla de manera más que digna.
Ahora espera Francia en la final. Por ahora, el primer objetivo se ha cumplido: pasaporte a los JJOO de Londres. Gracias Macedonia por el espectáculo. Gracias Navarro por ser así.
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