jueves, 22 de abril de 2010

Qué malos son

Vuelvo a mi tema estrella deportivo: qué malos son los árbitros. Dentro de esta calificación de malos incluyo también el término "estamental"; es decir, que están plegados a lo que las instituciones demanden. Porque no creo que, profesionalmente, se pueda ser tan malo. Hay jugadas demasiado claras para fallar en su interpretación. Pero jornada tras jornada, ya sea liguera, de Champions, o del campeonato municipal de Albolote, los trencillas nos sorprenden a todos con sus decisiones. Si no, que se lo pregunten al F.C. Barcelona. El arbitraje del señor Olegario Benquerença fue deplorable. Porque puede haber jugadas controvertidas (el gol de Milito lo debe anular el linier en todo caso, por cierto, el linier que señaló un fuera de juego inexistente a Milito con el 0-0 cuando se quedaba solo delante de Valdés; o el penalty a Álves, que yo no veo por ningún lado), pero la dinámica que llevó durante todo el encuentro fue la de permitir el juego bronco (que no duro) de los interistas sin castigarles no ya con amarillas sino señalando falta. La permisividad en una de estas jugadas (una falta a Messi) propicio el contraataque del 2-1. Al Barça le han pagado con la misma moneda con la que le salvaron el año pasado contra el Chelsea.
En definitiva, por muy bueno que seas (como le pasa al Barça), si el árbitro te quita estás apañado y no tienes nada que hacer, más aún si se junta esto con el que no estés fino una noche (el Barcelona hizo uno de los peores partidos de la era Guardiola). Estos personajes del silbato dirimen el resultado final de los partidos, aunque su "brillante" actuación se limite sólo a una jugada. Luego podríamos analizar el porqué hacen estas tropelías. En el caso del Barcelona, ¿ha sido como "venganza" por lo que le sucedió al Chelsea el año pasado? ¿La UEFA no quiere que se repita el mismo campeón? ¿Miedo a que los culés invadan Madrid para la final, lo que puede generar enfrentamientos con los madridistas? Porque hay que reconocer que tontos hay en todos lados y el ambiente no sería de fiesta, sino de ley marcial. Muchas preguntas surjen, aunque al Barça todavía le queda la vuelta para arreglar el desaguisado. Una cosa que me ha sorprendido: Guardiola no ha hablado de la actuación del árbitro portugués. Algo que le honra, pero a lo mejor debería haberlo hecho: el año pasado rajó con respecto a la actuación del colegiado en el partido de ida contra el Chelsea en el Nou Camp, y en la vuelta se vio beneficiado claramente por el noruego Orevro. Debía haber tirado de hemeroteca y haber tomado nota.

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