Confirmando el pronóstico, el Barça se proclamó campeón de la Euroliga el domingo; mejor dicho, lo hizo el viernes al ganar al CSKA. Porque hay que aclarar que Olympiacos nunca será rival para un grande en una final, aunque a estos griegos se les tache como tal y se gasten la millonada que se gastan. Otra cosa bien distinta es Panathinaikos, aunque haya sido el gran fracaso del año. A Olympiacos parece que siempre le falta algo (sólo tienen el título de 1997), por mucho que Papaloukas haya tratado de tirar de un carro bastante limitadito (Vujcic y Halperin inéditos; los yankis, a excepción de Childress, igual; los griegos, más de lo mismo; Kleiza demostrando que no es un crack; y Teodosic, con problemas estomacales todo el fin de semana). Para muestra un botón: ya casi caen en semifinales contra Partizan, y sólo una canasta milagrosa de Childress a falta de dos segundos les permitió llegar a la prórroga. Ahora mismo en Europa, los dos únicos equipos que podían ganar al Barça son el Madrid y el CSKA; y siempre a igualdad de condiciones. Cuando hay factores tan determinantes como los arbitrajes, no hay nada que hacer. En esta final four los árbitros siguieron una tónica relativamente neutra, y han permitido a los equipos defensivos su estilo particular a la hora de defender. El Barça aquí siempre se beneficia, pues defiende fuerte; los griegos otro tanto de lo mismo. Aunque hay que decir que los árbitros no influyeron en el resultado final como ocurrió en la eliminatoria de cuartos contra los blancos.
A pesar de esa teórica ventaja, el Barça, siendo favorito, sudó tinta para eliminar a los rusos. Aquí se aprovechó de la nula aportación de los bases moscovitas (Holden -3 y Planinic -2) y la inoperancia del inédito esta temporada Smodis (0 de valoración en 13 minutos de juego), lo que le sirvió para decantar el resultado a su favor. Cuando tus estrellas no funcionan, estás condenado. Que se lo digan a Messina y le pregunten por Felipe Reyes y Bullock en los cuartos. El Barça ha sido justo campeón, porque es el equipo que menos errores ha cometido y siempre ha contado con Mickeal en todas las citas. Para mí ha sido el verdadero MVP. El norteamericano nunca ha bajado su producción y eso es una garantía de éxito; si a ello le añadimos a Navarro (flojo en sus porcentajes de semifinales por la buena defensa de Langdon, pero determinante en la final), las cositas de Ricky y la alternancia entre Vázquez y Ndong, da igual que Lorbek, Norris y Lakovic no hayan estado especialmente finos.
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