El sábado pudo ser el último partido de Ricky Rubio en la ACB antes de que, con toda probabilidad, recale en la NBA. Para ser su despedida, nos ofreció un partido lamentable. Esto de lamentable quisiera matizarlo; no fue lamentable, sino que estuvo en su papel. Rubio demostró todo su abanico de posibilidades. Penetraciones temerarias en las que suele perder el balón, o bien asistir espectacularmente a algún compañero (por ejemplo, la primera acción del encuentro), robos de balón del más pillo del colegio, asistencias que quedan en nada, pérdidas sin sentido, lanzamientos alocados, malos porcentajes de tres, ausencia de tempo de partido, malas elecciones tanto de tiro como de pase... Un menú completito, vaya. Pero, ¿qué se le puede pedir a un chaval de su edad? ¿Por qué se le ha encumbrado cuando está todavía a media montaña? Mal asunto cuando no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y ahora rumbo a la NBA. La pregunta es ¿qué harán de él los yanquis? ¿Lo convertirán en un especialista como a Navarro o Rudy? Lo veremos. Pero yo estoy temblando.
LA GATA DE TRES COLORES
Hace 3 meses
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