viernes, 15 de mayo de 2009

El viejo del banco

Durante años le vi sentado en el banco de la estación. Era el custodio del viajero. Debía tener controlados los horarios de los trenes, incluso de los regionales y los mercancías. Me había fijado en ello porque miraba su reloj cada vez que un convoy pasaba y meneaba la cabeza disconforme cuando alguno no era puntual. Nunca le vi subirse a uno. El día que me topé con una ambulancia que abandonaba la estación me imaginé lo peor. Era cierto. El viejo se había ido, y yo seguiría subiendo al tren sin que nadie mirase ya el reloj.

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