Como escribí en mi anterior post sobre baloncesto: los campeones del mundo están en Polonia. Si no, que se lo pregunten a Grecia. Lo de ayer fue un paseo en toda regla, con los griegos cortocircuitados por la defensa española. En ataque: un rato de Pau, un poco de Rudy, gotitas de Navarro, de Mumbrú, de Cabezas. Y listo. A la final.
El sufrimiento que se vaticinaba no existe, se ha esfumado de un soplo entre el vital partido contra Polonia y los cuartos contra Francia. La máquina carbura, aunque con menos energía que otras veces, y apunta al oro.
¿Dudas? Ya no hay dudas para los incrédulos. Para los que confiabamos en la victoria, fuese como fuese, nunca las hubo.
Enhorabuena, España campeona de Europa.
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