Todo el mundo, y en especial nuestro país se ha quedado con la boca abierta al comprobar que ninguno de los dos mejores equipos del mundo va a jugar la final de la Champions. El martes le tocó al Barça acostarse con los ojos llenos de lágrimas al haber sido incapaz de romper el muro londinense del Chelsea, que aguantó con un jugador menos desde el minuto 30. Para más inri, Torres dio la puntilla, ese Torres que no mete un gol al arco iris pero que los caprichos del destino le hacen marcar con asiduidad contra el Barça.
Anoche fue el turno del Real Madrid. Después de ponerse todo de cara en 15 minutos, algo parecido a lo que le sucedió al Barça la noche antes, no supo dominar a un Bayern que manejó el partido a su antojo tras marcar el penalty absurdo que cometió Pepe. Tras prórroga, se llegó a los lanzamientos desde los once metros. Y la lotería, que no lo es tanto, cayó a favor de los bávaros. En los penalties se ve quién tiene sangre fría y quién no. Una cosa es que uno esté convencido en lanzar, como afirmaba anoche Ramos, diciendo que volvería a lanzar en una situación similar, y otra cosa es anotar. Lanzar puede hacerlo cualquiera, marcar no. Observé a Cristiano durante la prórroga, sus gestos, su expresión facial, y se pasó toda la segunda parte de ésta pensando en ese penalty que lanzaría minutos después. Algo parecido a lo que le sucedió en la final de Champions que jugó con el United y donde erró también su lanzamiento. Luego está Kaká, que visto lo visto en el tiempo que jugó, se le notaba excesivamente acelerado y presionado. La presión podía jugarle una mala pasada en su lanzamiento y así fue; no había que ser muy adivino para intuirlo. De Ramos qué decir. Alguien que no tiene clase, que no se ha visto en una así jamás, que lo de la sangre fría con él no va, decide lanzar uno (probablemente porque otros compañeros no quisieron, aunque a mí me da en la nariz que no van por ahí los tiros). Y el balón a Munich. Y lo más patético es que se queda mirando al punto de penalty como dando a entender que la irregularidad del terreno es la causante de su error. Por eso digo que por ahí no van los tiros. Creo que su deseo de ser protagonista tiene más la culpa. A los alemanes también les pesó la responsabilidad. Kroos, un cañonero, lanzó despacio, despacio. Y Lahm, el capitán, quiso inventar y jugar a ver quién aguanta más, y Casillas detuvo su lanzamiento casi de pie. Creo recordar que Lahm ya ha fallado algún que otro penalty en este tipo de tandas.
En fin, que una cura de humildad para los dos superequipos, que están condenados a ir de la mano. El Clásico, el desgaste físico y mental que hubo en él, ha sido el gran culpable de sus eliminaciones. El Barça porque tenía que ganar sí o sí después de perder la Liga; los culés empezaron a perder el partido del Chelsea el sábado. Por mucho que se defiendan argumentando que fueron fieles a su estilo, el Barça sólo tiró una vez a puerta en la segunda mitad. Y el Real porque tenía una oportunidad de oro al saber que su máximo rival estaba ya fuera; los merengues lo hicieron el martes por la noche. Si apuro, como comenté la semana pasada, el Madrid perdió la eliminatoria en el Allianz, cuando el superentrenador decidió que el 1-1 era un buen resultado. No supo ver que el Bayern estaba muerto y resucitó, como ayer; tras el 2-0 supo reponerse y dominar. La bestia negra apareció de nuevo, quizá porque tanto invocar al espíritu Juanito fue contraproducente. Si no me equivoco, Juanito perdió más que ganó contra el Bayern.
No hay comentarios:
Publicar un comentario